La receta tradicional usa arroz glutinoso, pero puedes utilizar el que tengas a mano. Déjalo en remojo con el doble de agua (2 tazas ó 500 ml) durante 30 minutos.
En Tailandia lo preparan al vapor, pero como no teníamos vaporera a mano, echamos el arroz y el agua en un cazo y cuando rompió a hervir, lo tapamos parcialmente y lo dejamos cocinando a fuego bajo hasta que el agua se consumió y el arroz estuvo listo (unos 10-15 minutos, pero el tiempo puede variar en función del arroz que utilices). Añade más agua si es necesario.
Mientras se cocina el arroz, puedes hacer la salsa. Echa la leche de coco, el azúcar y la sal en un cazo y cocina a fuego medio-alto hasta que esté caliente y el azúcar se haya deshecho completamente. Entonces, echa la maicena disuelta en agua, remueve y cocina hasta que espese. Añade más o menos maicena en función de lo espesa que quieras la salsa, nosotros solemos echar 1 y ½ ó 2 cucharaditas.
Cuando el arroz esté listo, échalo en un bol, añade la mitad de la salsa y remueve hasta que esté perfectamente integrado. La otra mitad se le echa por encima en el momento de servir.
La receta clásica usa semillas de mungo tostadas, así que nosotros las compramos crudas y las tostamos en una sartén hasta que se doraron, pero se pueden omitir o sustituir por semillas de sésamo o cualquier otra semilla que tengas a mano.
Para servir el plato, echa el arroz, al lado el mango pelado y troceado (½ ó 1 mango por ración), un poco de salsa por encima y por último las semillas de mungo.
Está mejor recién hecho, pero puedes guardar el arroz y la salsa en recipientes herméticos en la nevera durante unos 3 ó 4 días. Si la salsa está muy espesa, puedes añadir más leche o agua. El mango es mejor abrirlo justo antes de servirlo.