Batimos los frijoles con una o dos cucharadas del caldo de cocción hasta obtener una pasta. Nosotros los cocimos, pero pueden ser de bote.
Cortamos la cebolla muy fina y la freímos en una sartén con un poquito de aceite.
En un bol mezclamos la pasta de frijoles, el arroz cocido, la cebolla, la harina de trigo, el pan rallado, el ajo en polvo (que podéis sustituir por otra especia o eliminarlo si no tenéis), la sal y la pimienta negra. Amasamos con las manos hasta que quede completamente integrado. Según los frijoles que utilicéis os quedará más o menos negro, no os preocupéis, porque el sabor es el mismo. También podéis añadirle un poco de colorante negro, aunque a nosotros personalmente no nos gusta utilizar colorantes.
Si la masa queda muy seca podéis añadirle un poco más de caldo de cocción o de agua y si queda muy pastosa, más harina. Cuando la masa sea blandita pero no se pegue a las manos, estará en el punto ideal. La dividimos en dos mitades y les damos forma a nuestras morcillas, las envolvemos en papel film, al que le haremos un nudo en cada lado, simulando las tripas con las que suelen envolverse las morcillas tradicionales.
Cocemos la morcilla unos 30 minutos, las dejamos enfriar, les retiramos el papel film y ya podemos cocinarlas como más nos guste. Nosotros las hicimos a la plancha vuelta y vuelta hasta que se doraron.