En una sartén añadimos un chorrito de aceite y doramos el ajo y la cebolla troceados.
Añadimos el arroz y lo freímos durante 2 minutos o hasta que empiece a transparentar.
Echamos el vino blanco y dejamos que se evapore el alcohol.
Agregamos un cazo de caldo de verduras caliente y esperamos a que se consuma. En este paso, tendremos que remover de vez en cuando para que el arroz no se pegue. Vamos añadiendo caldo y removiendo conforme se consuma. Por último le echamos la leche de almendras. Nosotros no echamos sal porque los ingredientes le aportan sabor suficiente pero si queréis podéis añadírsela sin problemas.
Cuando el arroz esté al dente, el risotto estará listo, en nuestro caso fueron 18 minutos.
Para terminar echamos dos cucharadas de levadura, removemos y lo dejamos tapado durante unos 5 minutos para que repose.
Echamos el risotto en un bol y dejamos que se enfríe. Hacemos bolitas y las rebozamos pasándolas por leche, luego por harina, después otra vez por leche y finalmente por levadura de cerveza (o pan rallado).
Freímos nuestras bolas en abundante aceite caliente hasta que se doren.