En una olla grande, añade abundante aceite y caliéntalo a fuego medio. Fríe las patatas hasta que estén tiernas, unos 8-10 minutos. Luego, fríelas a fuego alto hasta que se doren y queden crujientes, unos 5 minutos más. Sácalas con una espumadera y colócalas sobre un plato con papel absorbente para eliminar el exceso de aceite. Añade la sal, pruébalas y ajusta la cantidad de sal si es necesario.
Mientras fríes las patatas, prepara la salsa. En una sartén mediana, calienta el aceite a fuego medio.
Añade la cebolla y los ajos y sofríelos, removiendo de vez en cuando, hasta que estén dorados, durante unos 5 minutos.
Añade el pimentón dulce y picante, remueve bien y cocina durante 20 segundos sin dejar de remover. Lo ideal es usar unas varillas, pero también puedes hacerlo con una cuchara o espátula.
Incorpora la harina, remueve bien y cocina durante 1 minuto, sin dejar de mover.
Agrega el caldo poco a poco, removiendo constantemente. Cocina a fuego alto hasta que hierva y luego reduce a fuego medio. Cocina durante unos 5 minutos, removiendo hasta que la salsa espese. Añade la sal y remueve nuevamente.
Bate la salsa con una batidora de mano o de vaso hasta que quede suave y sin grumos.
Vierte la salsa sobre las patatas y disfruta de unas deliciosas patatas bravas caseras.
Notas
La información nutricional es aproximada ya que es difícil calcular la cantidad exacta de aceite que absorben las patatas al freírse.
Se pueden conservar en la nevera durante 2-3 días en un recipiente hermético. Guarda las patatas y la salsa por separado para mantener la textura crujiente de las patatas.
No se recomienda congelar las patatas porque pierden su textura crujiente. La salsa, en cambio, se puede congelar en un recipiente hermético durante unos 3 meses.
Para recalentarlas, pon las patatas en el horno a 200°C (400ºF) durante 5-10 minutos o en una sartén con un poco de aceite para recuperar su crujiente. La salsa se puede calentar a fuego bajo o en el microondas, removiendo bien.